Se sabía un rival difícil. Pero cuando Chile quiere jugar, cuando la Roja desea luchar contra las adversidades, obtiene triunfos como estos, con un Uruguay que vino a buscar un resultado pero que sucumbió ante un elenco que, de verdad jugó como queremos.
Y de México llegó el primer gol. Corrían apenas 10 minutos y Esteban Paredes que hace saltar de lso asientos a los más de 30 mil espectadores que llegaron en una noche de luna al Nacional. Uno a cero. Para no creerlo.
Ya con la canción Nacional nuestros corazones saltaban del pecho ante la emoción del momento. Era una noche esperaba. Una noche brillante para la alicaida selección chilena. Pocos creíamos en este triunfo. Los compañeros de oficina nos auguraban un resultado catastrófico.
Pero reitrero. Cuando Chile juega ordenada. Cuando Chile no comete errores infantiles. Cuando Chile no pega ni patea al rival. Es el resultado esperado. Un triunfo que va más allá de los tres puntos. Es regresar al buen momento anímico de jugadores e hinchas.
El gol del otro delantero que estaba al debe. Eduardo Vargas. minuto 77 y el Estadio Nacional casi se derrumba con los gritos de alegría de los aficionados. Un gol de un ex Colo Colo. Y otro de un ex Universidad de Chile. Que contradicción. Pero el fútbol hace estos milagros.
Bien Chile en todas sus líneas. Cuidando el balón. Cuidándose de no cometer errorres. De arriesgar tarjetas amarillas. La Roja jugó para la Rojoa. Y ganó. ¡Que dirán mis compañeros de trabajo? ¿Suerte? ¿El árbitro? ¿El azar?
Nada de ello. Fútbol. Mucho fútbol. Bien por los chilenos de corazón. Mañana un completo reportaje de lo que vivimos en cancha. En el corazón del triunfo. Tres pountos de oro. ¡Chi - chi- chi, - le - le -le! ¡Viva Chile!